“Estrellas… películas de color flotando delicadamente… entonces un repentino torrente de incontables puntos de luz blanca cruzó el campo de visión, como si las miríadas ocultas de la Vía Láctea hubieran de fluir en un río centelleante ante mis ojos… líneas zigzagueantes de colores muy brillantes… Estos colores adquirieron entonces una forma reconocible… todos los colores que jamás he podido contemplar me parecen apagados comparado estos.” – Mitchell 1896.
Una media hora después de la ingesta de los botones se sienten los primeros efectos. Se da una extraña sensación de intoxicación y un cambio en la conciencia que incluye pequeños cambios en la percepción.
También hay efectos físicos algo más fuertes, que incluyen la presión respiratoria, la tensión de los músculos (especialmente los músculos de la cara y el cuello) y posibles náuseas. Si hay alguna sensación desagradable, ésta debe desaparecer en menos de una hora.
Después, comienza a manifestarse el estado alterado de la conciencia. La experiencia varía en cada individuo, pero es probable llegar a un estado de tranquilidad interior, de unidad con la vida y de conciencia mayor, así como a un flujo rápido de pensamiento.
Durante las siguientes horas estos efectos se irán profundizando y haciendo más visuales: los colores pueden volverse más intensos, y halos y auras pueden aparecer sobre las cosas; los objetos pueden parecer mayores, menores, más cercanos o más distantes de lo que en la actualidad están. A menudo, las personas apenas notarán cambios en la percepción visual mientras contemplan el mundo, pero al cerrar los ojos verán estampas de un colorido salvaje y constantemente cambiante.
Pasadas varias horas más, la intensidad de la experiencia se irá relajando gradualmente; el flujo de pensamiento es menos rápido y difuso, y más ordenado. En el ritual navajo de peyote, este cambio se utiliza sabiamente: durante la primera parte de la ceremonia, los participantes se entregan a las sensaciones y dejan que el peyote los enseñe; después, la mente se centra en la contemplación pensativa y en la comprensión, con la inteligencia consciente, de lo que ha enseñado el peyote a la mente subconsciente.
La experiencia completa puede durar de 6 a 12 horas, dependiendo del individuo y de la cantidad de planta consumida. Después no hay bajón; es probable que uno se sienta relajado y en paz con el mundo. Aunque por lo general no hay deseo de comer durante la experiencia, es probable que después se tenga bastante apetito.